
Las gentes de mi barrio son especiales. Los yonkis no te abordan como el típico yonki con el mono o insultándote.
De hecho son hasta creativos, y no como en Madrid que hacen estrategias de marketing en las aceras con una cesta para cada necesidad (véase vino, cerveza..) sino de un modo aún más ocurrente:
"¿una pregunta extravagante? pero eso si, necesita una pausa"
Eso me dijo ayer uno de los habitantes de las calles del barrio del Hospital de Valencia. Mi reacción fue la aprendida. No debes hablar con desconocidos. Sobre todo si llevan tachuelas, "mala pinta". Pero he de reconocer que me quedé con ganas de saber cuál era la pregunta. De hecho creo que me arrepentiré siempre.
No dejo de pensar en su pregunta, y tampoco dejo de pensar en lo que me valdría para el día a día.
Para todas esas personas que de repente te dicen una cosa y luego hacen lo contrario. Qué de repente desaparecen, o que hacen cosas sin sentido. Aquellas que juegan con tus sentimientos, con tus esperanzas. Aquellas que no muestran ni un más mínimo respeto por ti. Sin educación. A todas habría que pedirles que se pararan y nos escucharan....
Con el factor sorpresa, en una esquina, para que no puedan huir, para que se queden perplejos al escuchar la inquisitiva pregunta. Para que no tengan más remedio que responder, eso deberíamos hacer, y no me refiero a volvernos yonkis!
He resurgido. Y hay unas cuántas personas cercanas que tienen la culpa. Que me han dado fuerza estos días, que me dan vida, pero sobre todo que muestran respeto, necesidad, cariño, hasta incluso una inusual admiración por mí.
Y personitas que aparecen y de repente te demuestran que vales, que mereces la pena, y esas cosas a mi me hacen mucha falta.
Me merecia una pausa!