Siempre es mucho.......

Hay una ciudad que sólo me trae buenos recuerdos. Una ciudad que hace años me descubrió ella, una de las mujeres más importantes de mi vida. Me bajó en Atocha y me llevó a desayunar al Paseo de Delicias, me enseñó el Paseo del Prado y sus museos, la Carrera de San Jerónimo y el centro. Me contó sus secretos. Me abrió, en definitiva, las puertas del cielo varias veces, sin saber que después sería la ciudad dónde pasaría los mejores momentos de mi vida.

Regresé de excursión, para manifestarme, con las compañeras de la facultad, de conciertos, pero casi siempre sin motivo aparente y al mismo tiempo con muchas razones. Y descubrí varias ciudades encerradas en una sola:


la ciudad de Nando y Alice, dos seres con los que comparto más que la afición por un grupo de música, lo sentimos, y no olvidaré nunca cuándo los vi por primera vez esperándome en Madrid Rock. Y aunque ahora en Madrid me tengan en forma de clon, nos seguimos echando de menos....


La ciudad dónde he ido con los dos hombres importantes de mi vida, y dónde he conocido a otros también.

La ciudad de Edu, mi mejor amigo, que se fue allí a empezar a vivir, porque allí es dónde cualquiera empieza a vivir. Dónde me reencuentro con él, y dónde mejor nos lo hemos pasado, porque juntos somos invencibles, con 8y1/2 y croquetas y Elástico y Latina....

La ciudad de Guille y Lucas, que desde que están allí le han sacado todo el partido posible y le añadían un sabor especial a sus noches y a sus días.

Pero sobre todo la ciudad de Flor, David y Juanjo. Tres personas antes que los personajes en los que se escudaban, tres almas llenas de vida, de experiencias, de inteligencia y cariño desbordantes que en el último año me han regalado un nuevo concepto de la que sin duda será la ciudad dónde viviré.


Tengo mis sitios, mis rutinas, mis amig@s y los amig@s de mis amig@s, mis casas, mis lunes de Gran Vía, mis escapadas de incógnito, pero sobre todo a ellas y a ellos. Y esas son muchas más razones de las que tienen la mayoría cuándo se marchan a vivir a Madrid.


Siempre que me marcho de allí no regreso triste, vuelvo distinto, lleno de vida, recargado, renovado y siempre es mucho. Siempre, también, me preguntan cuándo me ven por sus calles: pero tú, ¿cuándo te vas a venir a vivir aquí de una vez? y siempre es mucho. Por algo será, ¿no?